Sunday, May 3, 2020

El precio de tu teléfono, es el precio de tu vida


Artículo escrito por Carlos Ruperto fermín
Ekologia.com.ve


Desde que los Seres Humanos plagaron y dominaron al planeta Tierra, se produjo un fuerte proceso de egolatría en todo el Universo, donde la cosa material venció a la cosa espiritual, donde el poder adquisitivo venció al poder intelectual, y donde las riquezas económicas que ostentaban los terrícolas, establecieron el control político, la supremacía territorial, la jerarquización social, el patrimonio cultural, la regla moral, el estatuto legal, y hasta el dogma que religiosamente alabaría el pueblo esclavizado.



Estamos viviendo en pleno siglo XXI, y bastaría con leer nuevamente el anterior párrafo de mi artículo, para demostrar que la historia capitalista sigue siendo tan adictiva como recrudecida, en un feroz planeta Tierra donde a todo se le pone un precio, donde todos quieren conseguir el mejor precio, donde eres lo que tienes.


Dime cuánta riqueza hay en los bolsillos de tu pantalón, dime cuánta riqueza hay adentro de tu billetera, dime cuánta riqueza hay adentro de tu casa, dime cuánta riqueza hay adentro de tu automóvil, dime cuánta riqueza tienes atesorada en el banco, dime cuánta riqueza hay en la iglesia donde le rezas a Dios Dinero, dime cuánta miseria espiritual hay adentro de tu cabeza, dime cuántas máscaras de carnavales hay afuera de tu cabeza, dime cuándo te vas a suicidar.

En las últimas décadas del decadente planeta Tierra, hemos visto que el proceso de industrialización global, ha generado un masivo consumismo por parte de la sociedad moderna, y por ende, las ínfulas de superioridad del Hombre que esclaviza a otros hombres y merece lo mejor de la vida, ha hecho que el rostro de una envidiable mujer bonita, los kilómetros cuadrados de una lujosa casa en la ciudad, las llaves de un rojizo Ferrari con neumáticos de diamante, y la cantidad de tarjetas de créditos que se tengan en el calzoncillo, pues son algunos de los atractivos recursos materiales utilizados por el Hombre, para demostrarles a los demás terrícolas del planeta Tierra, quién es el capitán del abusivo barco.

El Hombre necesitaba que sus hambrientos esclavos, obedecieran sus mandatos en cualquier rinconcito del orbe, donde los alambres de los cables telefónicos no llegaban a respetar la voz de mando, por lo que inventó el teléfono celular para poder gritarles sin cables a sus hambrientos esclavos, quienes desde los cuatro puntos cardinales de la Tierra, siempre recibían la llamada telefónica del rey de reyes, y siempre respondieron a su llamado telefónico con el clásico: Sí Señor.

Sin embargo, hemos visto que los teléfonos celulares desde finales del siglo XX, son mucho más que una útil herramienta tecnológica para comunicarnos socialmente, ya que las agresivas campañas publicitarias generadas por las empresas de telecomunicaciones, ayudaron a masificar la venta de sus productos en los miles de centros comerciales, donde hasta los usuarios y los clientes que realmente no necesitaban un teléfono celular, pues terminaron comprando el aparato electrónico debido a la alta popularidad, a la moda de lucirlo en las calles y en las selvas, y al prestigio público que significaba poseer un móvil.

Chiquitos y grandes, monocromáticos y cromáticos, ergonómicos y aplanados, negros, grises y blancos, con antena y sin antena, dulces y salados, con reloj despertador o con cronómetro, tipo ladrillos o tipo lascivos, con tapita o sin tapita, con línea o sin línea, con vibrador o con víbora, con tetris o sin tetris.

La mundana invasión de los teléfonos celulares, marcó un antes y un después en la historia tecnológica de la Humanidad, y nos permitió saborear el veneno capitalista de las Nuevas Tecnologías de la Información y de la Comunicación.

Con el adiós al consumista siglo XX, no hay duda que los teléfonos celulares se convirtieron en un objeto de culto para la civilización del siglo XXI, que utiliza el teléfono celular como un gran símbolo social para demostrar el egocéntrico poder económico del ciudadano, o por el contrario, para demostrar la paupérrima pobreza del pobre ciudadano, por lo que el astuto sistema capitalista que impera a escala mundial, eligió segmentar los teléfonos celulares en equipos de gama baja, en equipos de gama media, y en sofisticados equipos de gama alta.

Según las leyes del capitalismo salvaje del siglo XXI, la gama de tu teléfono celular se empareja, con el poder adquisitivo de tu clase social.

No es casualidad que nuestro artículo de opinión lleva por título: “El precio de tu teléfono, es el precio de tu vida”, porque si bien dicen que la vida no tiene precio, realmente sabemos que el precio de tu teléfono celular, es el precio que tiene tu vida en el planeta Tierra.

Aunque el factor gama del teléfono celular, supuestamente se limita a evidenciar el mayor o menor potencial tecnológico del equipo comprado, la verdad es que el factor gama que discrimina el valor de cada teléfono, es una estrategia comercial de las transnacionales capitalistas, para que el rico gaste su plata comprando el teléfono para ricos, para que el pobre gaste la plata que no tiene en la vida, y compre el teléfono hecho a la medida de los endeudados pobres.

Por la violenta presión social ejercida por el entorno consumista donde vivimos, el rico necesitará comprar el teléfono celular más costoso del mercado, para demostrar su dominio monetario dentro de su ciudad, mientras que el pobre también sufrirá las consecuencias de la presión social del entorno consumista donde vivimos, y se sentirá obligado a comprar un equipo tecnológico que no necesita para vivir, que no necesita en su trabajo, y que no acepta devoluciones.

Hay padres y madres que terminan presos y presas en las cárceles hispanas, porque sus hijos y sus hijas deseaban los teléfonos celulares como los mejores regalos de cumpleaños, pero como los padres y las madres no tuvieron el suficiente dinero para comprarles los teléfonos celulares, pues los adultos cedieron ante la presión social del entorno, y robaron los teléfonos celulares.

Hay niños y adolescentes que terminan presos en los reformatorios hispanos, porque ellos deseaban los teléfonos celulares como los mejores regalos de cumpleaños, pero como sus padres y sus madres no tuvieron el suficiente dinero para comprarles los teléfonos celulares, pues los niños y adolescentes cedieron ante la presión social del entorno, y robaron los teléfonos celulares.

Dentro del corazón del teléfono celular se encuentra la vida del Ser Humano, y hemos permitido que dentro de la memoria interna del teléfono, se encuentren nuestros propios recuerdos, nuestros propios secretos y hasta nuestros propios pecados, porque si te roban el teléfono y se llega a descubrir la fiesta llena de borracheras, la pornografía, la pedofilia, el travestismo, el adulterio, la corrupción, y hasta el racismo que se ocultaba dentro de la memoria interna de tu teléfono, pues serás víctima de amenazas y de persuasivos chantajes, que te obligarán a pagar altas cantidades de dinero para borrar los pecados de tu teléfono, o cometerás suicidio para evitar el ultraje que destruirá tu imagen social.

¿Acaso es posible seguir leyendo el artículo, sin vomitar toda la basura capitalista? 



Francamente, es imposible seguir leyendo el artículo sin vomitar toda la basura capitalista, pero mientras vomitamos todo el consumismo del siglo XXI, debemos saber que justo ahora, el rico está comprando el envidiable y carísimo iPhone 50, y también debemos saber que justo ahora, el pobre está comprando el chino y cochino Aifon 1.

Lo más triste, es que el hombre pobre compró el Aifon 1, porque no tuvo plata para comprar el iPhone 50, pero si el pobre hubiera tenido la plata que tuvo el hombre rico, pues seguro que también hubiera comprado el gran iPhone 50, lo cual nos demuestra que el sistema capitalista del Mundo, no solo corrompe la dignidad de los Seres Humanos, sino que también destruye la capacidad de discernimiento de los consumistas terrícolas, quienes terminan pensando que lo más caro es lo mejor, es lo que debemos anhelar tener, es la norma de vida.

El rico compra el teléfono inteligente, el pobre compra el teléfono celular, el buen cristiano sabe que la adicción tecnológica genera egocentrismo, el buen cristiano sabe que el ego es una virtud de Satanás, el buen cristiano no compra teléfono inteligente, no compra teléfono celular, no compra tecnología, el buen cristiano escribe artículos, para que la gente despierte de la pesadilla capitalista.

El rico usa el iPhone, para llamar a los inversionistas extranjeros desde el hotel.

El pobre usa el Aifon, para llamar a su mamá y pedirle perdón desde el hospital.

Usted no comprende nada de lo que estoy diciendo. Piensas que soy un resentido social, un comunista, un guerrillero, un chiflado. Pero tranquilo hermano, no me siento ofendido, y mi corazón no te guarda rencor. Usted perdió la capacidad de discernimiento por culpa del sistema capitalista del Mundo, y ahora lo único que puedes hacer, es ambicionar comprar y adorar al iPhone 50.

Sinceramente, yo no ambiciono comprar y adorar al iPhone 50.

Yo no soy del Mundo y no pertenezco al Mundo. Yo soy un peregrino en tierra de pecadores, y también sé que las cosas materiales, siempre te dejan espiritualmente vacío, por lo que es absurdo y estúpido gastar plata en equipos tecnológicos, que con una simple pistola sin balas te puedo robar, te puedo hurtar, y te puedo matar a sangre fría, porque usted es tan idiota que es capaz de perder la sagrada vida, para evitar que te despojen del teléfono celular, que idolatras más que a tu descontinuada vida.

Mi única ambición en la vida, es poder reflejar el noble carácter de Nuestro Señor Jesucristo, y no caer preso en la tentación del Diablo, que todos los días me manipula para caer en el abismo del pecado, pero yo sé que si me mantengo orando y confiando ciegamente en Jesús, algún día voy a entrar en la patria celestial de Jehová de los Ejércitos, y estaré cara a cara con mi amado Jesús.

En Venezuela abundan los trágicos casos de compatriotas, que por evitar el robo del iPhone y por evitar el robo del Aifon, pues murieron desangrados en las calles venezolanas, a consecuencia de atracos a mano armada y por resistencia al robo, lo cual demuestra la incapacidad intelectual que generan los tentáculos del capitalismo salvaje, porque aunque seguramente sudaste mucho y trabajaste mucho para comprar ese equipo tecnológico, es mejor entregar lo que se tiene y mañana lo recuperamos, antes que negarnos a dar lo que tenemos, y mañana lo enterramos en el cementerio, en medio de lágrimas, rosas y teléfonos celulares.

Hoy en día, muchos sacerdotes católicos insisten en practicar el llamado “ayuno tecnológico”, que significa abstenernos de tanta tecnología y priorizar a Dios en nuestras vidas, pero aunque dicen que las iglesias son templos de oración, pues siempre en las iglesias cristianas sobreabundan los teléfonos inteligentes, porque los feligreses quieren tomarle una foto a la sonrisa del pastor, quieren compartir inmediatamente la sonrisa en Instagram, y quieren emitir en directo la eucaristía por Youtube, para que los usuarios admiren la gran sonrisa del pastor.

Recientemente, yo asistí a la misa dominical en la Catedral de Mérida en Venezuela, y después de recibir el cuerpo de Jesús en la hostia consagrada, pues una señora se me acercó y me pidió que le tomara una fotografía con la cámara de su teléfono inteligente, porque tanto la señora como sus dos hijas eran turistas que paseaban por Mérida, y deseaban aprovechar la belleza arquitectónica de la Catedral, para presumir de una lujosa fotografía familiar.

Con mucha amabilidad en mi voz, yo le dije a la señora las siguientes palabras: “Disculpe, pero a la iglesia se viene a rezar, nosotros estamos comulgando, por favor, espere a que se termine la misa, y con gusto yo le tomo la foto”.

Luego, yo regresé a mi escaño, me arrodillé en el reclinatorio, y estuve en comunión con Dios.

Tras sentarme de nuevo en el asiento del escaño, y mientras veía como mucha gente seguía recibiendo la hostia dada por el sacerdote, pues también observé que la señora no siguió mi consejo, y ella seguía buscando a un feligrés que le tomara la magnífica fotografía familiar, a sabiendas que la misa no había concluido.

Finalmente, la insistente señora encontró a un hermano dentro de la iglesia, que aceptó tomarle la fotografía con la cámara del teléfono.

La verdad, yo no sé si fue mala suerte, castigo divino o simple torpeza humana, pero cuando el hombre tocó el ícono en la pantalla táctil del teléfono, para tomar la fotografía que tanto deseaba la señora y sus hijas, pues justo en ese momento, al hombre se le cayó el teléfono de sus manos, y el móvil quedó roto en el suelo.

Inmediatamente, la señora se puso histérica y con mucha rabia gritó: “¡Animal, me jodiste el iPhone, maldita sea!”.

Luego, la endemoniada señora se arrodilló para recoger el teléfono inteligente del suelo, y ella continuó insultando al pobre hermano, que por falta de pericia, dejó caer el gran tesoro material de la bravucona señora, quien por culpa de su gran egoísmo se quedó llorando sin fotografía, sin iPhone y sin paz.

Todos los feligreses cristianos se quedaron mirando con asombro, la caótica escena presentada dentro de la Catedral, ya que la escandalosa señora seguía maldiciendo y gritando como una loca, porque su iPhone había quedado inservible tras la fuerte caída, y aunque el apenado hermano le pidió disculpas por su fatal equivocación, pues la señora y sus hijas no respetaban la santidad de la misa en la Catedral, y exigían que se les diera el dinero recolectado en la cesta de las limosnas, como una merecida compensación por el daño que sufrió el teléfono, y para pagar una parte de la costosa reparación del gran iPhone.

Tras finalizar la estrepitosa misa dominical, nadie recordó las lecturas bíblicas, nadie recordó el salmo responsorial, nadie recordó el sermoncito del Padre, nadie recordó a Jesús, y todos recordaron los gritos de la enfurecida señora, que se atrevió a maldecir dentro de la Catedral, por amor a una cosa llamada iPhone.

Si la señora hubiera apagado voluntariamente su teléfono, luego de entrar en el templo de oración cristiana, si la señora hubiera seguido mi consejo, y hubiera esperado a que la misa concluyera para tomar la fotografía, si la señora hubiera sido un poquito más inteligente que su teléfono inteligente, y si la señora hubiera respetado a la santa presencia de Jesús, pues la señora no hubiera llorado tantas lágrimas de sangre, por adorar a la bestia del capitalismo salvaje.





El modo avión, el modo silencioso y el modo vibración, son las mejores configuraciones predeterminadas que la bestia del capitalismo tecnológico, nos ofrece para que nuestros teléfonos inteligentes sigan discretamente encendidos, pero sin molestar a las nubes de algodón, sin molestar a los olvidados libros de las bibliotecas, y siempre molestando a la salud física del cuerpo humano, porque la gran vibración del teléfono genera contaminación electromagnética.
                                                                                        
Todos sabemos, que el sol no se puede ocultar con un dedo, y aunque podemos usar la cámara del teléfono para tomar una fotografía, y para demostrar que sí es posible tapar la luz del sol con un simple dedo, pues también todos sabemos, que la adicción tecnológica sigue quemando los ojos de nuestras fútiles vidas.

Querido hermano, usted es incapaz de apagar voluntariamente su teléfono inteligente, y la única posibilidad de apagarlo, no es por decisión del usuario, sino porque el teléfono inteligente agotó su batería, y finalmente se apagó.

Pero después de recargar la batería del teléfono inteligente, ¿Qué alimentos mundanos tragaremos tras prender nuevamente el equipo tecnológico?

En el desayuno, tragaremos toda la basura cibernética que jamás reciclamos, incluyendo la cotización de los dólares, los reproches familiares y los reclamos laborales, las claves especiales para realizar las transferencias bancarias, los interminables memes en las redes sociales, y el pronóstico del clima en tiempo real.

En el almuerzo, tragaremos toda la basura cibernética que jamás reciclamos, incluyendo el sistema de posicionamiento global, el ardiente punto de acceso desesperado por conectarse con el fuego del infierno, el aviso de cobranza por vomitar, y las actualizaciones programadas para el gran día del juicio final.

En la cena, tragaremos toda la basura cibernética que jamás reciclamos, incluyendo las aplicaciones que nunca duermen por tanto insomnio virtual, el prostituido chiste sucio del día, la nueva canción del reguetón, el contador de pasos y de calorías, los resultados de las loterías, los mejores goles de la liga de campeones, los videos eróticos sin censuras, y el exorcismo.

Me pregunto quién puede salir ileso del brillante laberinto tecnológico, y me pregunto qué debe ocurrir en nuestras vidas, para volver a ver la santa luz del Sol.

Vamos por la vida de mal en peor, y ya crearon una nueva aplicación para nuestros teléfonos inteligentes, que convierte lo peor en malo, pero la aplicación no es gratuita, así que deberá pagar un puñado de dólares para que el cáncer, se transforme en un simple dolor de cabeza, y si compra la versión Premium de la nueva aplicación para el androide, te regalarán tres píldoras de acetaminofén.

La adicción a los teléfonos inteligentes es imposible de combatir, pues anualmente son lanzados al mercado internacional, y son vendidos millones de nuevos dispositivos tecnológicos en nuestros países, y como siempre, el salvaje capitalismo obliga a cambiar lo viejo por lo nuevo, sin importar que lo nuevo no me haga falta, y sin importar que con lo viejo hago lo mismo que con lo nuevo, porque solo importa cumplir con la máxima consumista de tirar, comprar, disfrutar, volver a tirar, volver a comprar, volver a disfrutar, y volver a morir.

En el 2020, una simple galleta de mora vale más que un teléfono BlackBerry Pearl 9100, pero hace diez años en el planeta Tierra, el BlackBerry Pearl 9100 fue la jugosa fruta capitalista, que todos codiciaban comprar, comer y defecar.

Y no debemos seguir culpando a la obsolescencia programada, por el insaciable apetito consumista, pues casi siempre, nuestro teléfono funciona perfectamente y no es necesario cambiarlo por otro equipo, pero es por culpa de nuestro tremendo consumismo, que decidimos reemplazar y comprar un nuevo teléfono inteligente, y estamos tan enfermos mentalmente y tan contaminados espiritualmente, que somos capaces de inventar fallas en el funcionamiento del teléfono, e incluso, somos capaces de recurrir a la fuerza para estropear el cuerpo del dispositivo móvil, con el objetivo de fabricar una excusa que justifique su injustificado reemplazo, y para felizmente comprar el nuevo smartphone, que en menos de un año, también será una perla de basura en la cochera.

Sí mi querido hermano, somos capaces de inventar fallas en el funcionamiento del teléfono, y somos capaces de aplicar la fuerza para estropear el dispositivo, para justificar su reemplazo, y para comprar un nuevo teléfono.

El nuevo teléfono inteligente que cautivará la atención del Mundo, lo veremos desfilando en las calles, en el comercio electrónico de la Internet, en las publicidades de la televisión, en la afortunada mano del vecino, en las corruptas oficinas de los gobiernos, en las películas del cine, en los periódicos, en la radio, y hasta en las iglesias cristianas que auspiciarán al santificado teléfono.

¿Cómo no codiciar lo que todo el Mundo codicia en la vida?

¿Cómo no desear poseer el mejor teléfono inteligente del mercado?

¿Cómo resistir la tentación de comprar o robar la nueva maravilla tecnológica?

Francamente, es imposible que un cristiano resista la tentación del Mundo, porque el teléfono inteligente fue fabricado para gente inteligente como usted, pero siempre es posible para un buen cristiano como yo, resistir el inteligente ataque fabricado por la gran tentación de Satán.

¿Usted es cristiano o es buen cristiano?

¿Eres de Dios o eres del Mundo?
El vil Mundo nos invita a leer las páginas de la Biblia, desde la sagrada pantalla del teléfono inteligente, pero es imposible entrar en santa comunión con Dios, mientras leemos un versículo bíblico con el ojo derecho del espíritu cristiano, pero al mismo tiempo, usamos el ojo izquierdo del espíritu satánico para chismear por WhatsApp, sin saber que estamos viviendo ciegos y prisioneros, en una gran calle ciega llamada tecnofilia.


Es importante saber, que la tecnofilia es la adicción al uso de las tecnologías, y el tecnófilo es la persona adicta al uso de las tecnologías.
 


Me pregunto cuánto vale tu teléfono inteligente, y también me pregunto cuánto vales en la vida.

¿Tienes el iPhone de Estados Unidos?

No vales nada en la vida, no tienes nada en la vida.

¿Tienes el Galaxy de Japón?

No vales nada en la vida, no tienes nada en la vida.

¿Tienes el Aifon de China?

No vales nada en la vida, no tienes nada en la vida.

¿Tienes el N-Gage de Finlandia?

No vales nada en la vida, no tienes nada en la vida.

¿Tienes el Victoria de Venezuela?

No vales nada en la vida, no tienes nada en la vida.

¿Tienes a Jesús de Nazaret?

Tienes todo en la vida, por la preciosa sangre que derramó Cristo en la cruz.

Usted querido amigo, es libre de elegir el camino que quiere caminar en su vida, porque nosotros no obligamos a nadie a abrir los ojos, y es usted, quien debe preguntarse cuánto tiempo pasa en insana comunión con su teléfono inteligente, y cuánto tiempo pasa en santa comunión con Nuestro Señor Jesucristo.

Tal vez eres ateo, tal vez eres fariseo, tal vez eres ángel caído.

Si te sientes usado por el Mundo, tal vez hoy puedas recapacitar sobre tu bochornosa actitud consumista, y bastaría con quebrar las rodillas en tierra y exclamar un sincero arrepentimiento, para volver a ver la santa luz del sol.

Piensa en qué sentirías si te roban tu teléfono inteligente, y piensa en qué sentirías si te roban la Biblia de tu casa.

Disculpa el abuso de confianza, pero voy a pensar y voy a sentir por ti.

Si te roban el teléfono inteligente, pues tú, estarías totalmente encolerizado, llamarías a la policía, maldecirías la vida del delincuente, tendrías ganas de venganza, descargarías tu rabia en contra de tus seres queridos, matarías.

Si te roban la Biblia, pues tú, dormirías en santa paz con tu teléfono inteligente.

Y voy a perforar las neuronas de tu cerebro, para que aprendas a ver la realidad.

Si el ladrón te exige que le entregues la Biblia de tu casa, como trueque para que recuperes tu teléfono inteligente, pues tú, vas a entregarle al ladrón la Biblia de tu casa, para recuperar rápidamente a tu idolatrado teléfono inteligente.

Me molestó tanto escribir el anterior párrafo, que lo voy a reescribir para usted.

Si el ladrón te exige que le entregues la Biblia de tu casa, como trueque para que recuperes tu teléfono inteligente, pues tú, vas a entregarle al ladrón la Biblia de tu casa, para recuperar rápidamente a tu idolatrado teléfono inteligente.

Ojalá que por tu perversión, te quedes llorando sin teléfono y sin Biblia, porque a veces es necesario que nos roben y que nos engañen, para ver la realidad que no queremos mirar, y para ver nuestra miseria espiritual que jamás reconocemos.

Te dolió el robo del teléfono, porque gastaste muchísimo dinero para comprarlo.

No te dolió el robo de la Biblia, porque es una cosa vieja que nadie lee en tu casa.

Pero aunque no lo creas querido hermano, nada tiene más valor en la vida que la Santa Biblia, y espero que no termines reconociendo el valor de mis palabras, cuando ya sea demasiado tarde para arrepentirte de todos tus pecados.

En el pasado, yo fui igual que tú. Sí mi querido hermano, aunque no lo creas, en el pasado yo fui exactamente igual que tú. Por eso yo escribo con propiedad.

Si te exhorto a que hoy no toques fondo, es porque ayer yo toqué fondo, y sé lo que se siente vivir preso en una encarcelada oscuridad, que el Mundo quiere que sigas endiosando en su perfecto libertinaje.


Durante mi primer año en la universidad, me robaron el famoso teléfono celular Nokia, en tiempos cuando la empresa finlandesa Nokia, muy probablemente era la mejor marca del mercado, y por eso todos deseaban tener un teléfono original Nokia, porque eran equipos muy innovadores, muy duraderos y muy elegantes.

Yo corrí como nunca había corrido en mi vida, para atrapar al muchacho que me robó el teléfono Nokia. Cuando el delincuente vio que yo lo perseguía y estaba aproximándome, pues sacó una pistola y me disparó a quemarropa, pero gracias a Dios, el malandrín tuvo mala puntería y la bala no perforó mi cuerpo, aunque el hecho delictivo me dejó secuelas psicológicas, a lo largo y ancho de mi vida.

Casi me matan por defender la vida de mi teléfono Nokia, y si el delincuente hubiera tenido mejor puntería cuando me disparó con su pistola, pues Carlos Ruperto llevaría 20 años muerto y sepultado en un abandonado cementerio venezolano, por haber defendido la vida de su teléfono original Nokia.

¿Somos ciudadanos sensatos o somos consumidores insensatos?

¿Acaso somos capaces de correr como nunca hemos corrido en nuestras vidas, para rescatar a una cosa material que no deseamos perder en la vida?

¿Realmente conocemos las diferencias que existen entre la vida y la muerte?

Hoy en día, nadie arriesgaría su vida por un viejito y devaluado teléfono Nokia, porque ese celular no tiene pantalla táctil, no tiene resolución en alta definición, no tiene procesador de mil núcleos, no tiene sistema operativo androide, no tiene un Terabyte de memoria RAM, no tiene WhatsApp, no tiene nada de nada.

Pero me pregunto cuántos hermanos latinoamericanos, hoy están arriesgando sus vidas para defender el alma de sus nuevos teléfonos inteligentes, que tienen pantalla táctil, que tienen resolución en alta definición, que tienen procesadores de mil núcleos, que tienen sistemas operativos androides, que tienen un Terabyte de memoria RAM, que tienen WhatsApp, y que tienen todo de todo.

El inteligente delincuente quiere robarte el teléfono inteligente, que tiene toda la tecnología que se necesita para gozar de la vida, por lo que estamos seguros que el asesino, hoy no se pondrá nervioso, hoy no le temblará el pulso, y hoy no dudará en disparar todas las balas de su inteligente revólver, para robarte el alma de un teléfono que huele a sangre, que huele a féretro, que huele a impunidad.

Lo más preocupante, es que los jóvenes se dejan deslumbrar y se dejan sorprender, por la tecnología de consumo masivo que impera en pleno siglo XXI, y si sus padres siguen adorando a la vandálica potestad de Dios Dinero, para comprar, disfrutar, y botar a la basura el teléfono que perdió el don de hacer milagros, pues los jóvenes hispanos crecerán con la compulsiva mente capitalista y con la maníaca mente consumista, que perjudicará la espiritualidad de niños y adolescentes comprados y vendidos como mercancías.



El teléfono inteligente es una poderosa droga del siglo XXI, que poco a poco va consumiendo la vida del drogadicto, y tal vez todos somos narcotraficantes, cuando traficamos nuestra privacidad en las redes sociales, que aunque aparentan enredarnos solo en la telaraña virtual de nuestros teléfonos, no hay que olvidar que las arañas, también nos enredan en la realidad social del Mundo.

En el año 2018, un joven de 22 años quien vivía en el estado Zulia de Venezuela, eligió lanzarse de una camioneta en marcha, para evitar que los delincuentes le robaran su teléfono celular.

El muchacho decidió arrojarse del camión, usado como vehículo de transporte público, pero el golpe en la cabeza tras caer en el pavimento, fue una herida mortal debido a que el camión estaba en movimiento, y el joven perdió la vida porque no quiso perder su preciado teléfono.

Aunque si el joven no se hubiera lanzado del vehículo, y si les hubiera entregado su teléfono a los bandidos, pues el muchacho hoy estuviera vivo, sonriendo con el bendito sol de la juventud, lleno de vida y leyendo todas mis palabras, pero a veces la vida no te regala una segunda oportunidad para vivirla, por lo que no debemos jugar con el destino para proteger un equipo tecnológico.

También en el estado venezolano llamado Zulia, un joven de 18 años fue interceptado por una motocicleta, y el muchacho presintió que unos delincuentes lo iban a robar, por lo que rápidamente, el joven lanzó su teléfono celular al porche de su residencia, pensando que con el objeto de valor fuera del alcance de los ladrones, pues su vida ya no correría peligro de muerte.

Pero los delincuentes se enfurecieron, cuando vieron que el joven decidió proteger su teléfono para evitar el robo, por lo que decidieron balear y asesinar al tecnófilo muchacho, en frente del mismo pórtico de su residencia, donde su teléfono celular fue la única víctima, que logró escapar sana y salva del crimen.

El joven zuliano podía haber tirado el teléfono en la carretera, y después huir rápidamente de la escena criminal, para que los delincuentes recogieran el teléfono inteligente, y luego escaparan en la motocicleta sin asesinar a nadie.

Pero la adicción a la tecnología, puede cambiar hasta el instinto de supervivencia en los Seres Humanos.


Debido a la trágica mente capitalista que gobierna en el Mundo, vimos que el joven venezolano se equivocó con su letal reacción, porque valoró más la vida de su teléfono inteligente, y valoró menos su propia vida en la Tierra, lo cual nos demuestra como el bombardeo tecnológico realmente destruye la sindéresis humana, y aunque el joven pensó ser muy inteligente y muy valiente, cuando no dudó en lanzar su teléfono en el resguardado porche de su vivienda, pues ahora el joven es la borrosa foto del obituario de su teléfono inteligente.

Dos jóvenes venezolanos fueron los mejores guardaespaldas de sus teléfonos inteligentes, y dos jóvenes venezolanos terminaron desangrados y muertos en las calles venezolanas, por defender a las santísimas vidas de sus dos teléfonos.

La gran tecnofilia de Dios Dinero, también viene destruyendo al cristianismo latinoamericano, y en el año 2016 fue una noticia a nivel mundial, el multimillonario contrabando cometido por altos dirigentes de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Argentina, que intentaron ocultar el contrabando de artículos electrónicos de gama alta, como parte de una “donación” hospitalaria para la Universidad Adventista del Plata, aunque la gran mercancía tecnológica que llegó hasta la aduana argentina procedente del territorio estadounidense, demostró que la adicción a la plata es la génesis de Dios Dinero, quien corrompe a la iglesia y aplaude a la corrupción.

Aunque los adventistas siempre han sido tildados como legalistas, por exigir el fiel cumplimiento de los diez mandamientos, pues vemos que hasta los pastores que deben ayudar a las ovejas del pueblo cristiano, pueden terminar siendo ladrones bien vestidos con corbatas sabáticas, que se valen de la Santa Biblia para transformar las supuestas ayudas humanitarias, en millonarias estafas capitalistas que el fuego tecnológico de Dios Dinero aviva en la mente humana, para evitar pagar impuestos fiscales, para robar al prójimo, y para perder la fe. 

Yo sé que todos deseamos quemar los sucios rostros de los pastores y de los rectores, que utilizan el falso altruismo cristiano para esconder el gran egoísmo financiero. Es miseria espiritual en su máxima expresión, porque el suministro médico que se utilizó como cortina de humo para ocultar el contrabando de todos los dispositivos electrónicos, fue declarado material médico insalubre, caducado, y altamente tóxico para el cuerpo humano, a pesar de que la Iglesia Adventista del Séptimo Día, siempre defiende los beneficios de su Reforma Pro Salud, y siempre defiende los billetes de su Obra Médica Misionera.

Pero lo más triste, es que todos los millonarios equipos tecnológicos contrabandeados en el año 2016, ahora se convirtieron en devaluada basura tecnológica del año 2020, porque hoy podemos comprar mejores dispositivos electrónicos en el mercado, y la brecha consumista nos asegura que las maravillas tecnológicas del 2020, también serán basura tecnológica en el año 2025, porque los cuentos chinos nunca pasarán de moda, y porque la tecnofilia siempre se repetirá de generación en generación.

No hay duda que Dios Dinero es una poderosa bestia en la Tierra, que anda como un poderoso león rugiente, buscando a quien cazar, devorar y quemar.

Pero recuerda que Dios solo hay uno, se llama Jehová, y aunque se agote la batería de tu teléfono y no puedas comunicarte con nadie, pues con Dios puedes comunicarte durante las 24 horas del día, en todo lugar y en todo momento.


Dios solo te pide sincero arrepentimiento, rodillas en tierra, perdón de corazón.

No olvides que la adicción tecnológica nos aleja de nuestros seres queridos, y genera rupturas afectivas en la familia, porque escribir un fuerte abrazo con el teclado del teléfono inteligente, no es lo mismo, que sentir un fuerte abrazo fraternal con los brazos abiertos.

No olvides que la adicción tecnológica nos aleja de la misericordia, porque mientras el semáforo estaba en rojo, otra vez usamos Facebook para compartir la famosa sonrisa del pastor, y para no ver al vagabundo que divagaba en la calle, y que pudimos haber ayudado mientras el semáforo estaba en rojo.

No olvides que la adicción tecnológica nos aleja de la tranquilidad, porque en las redes sociales abunda la violencia verbal, las noticias tergiversadas, la hipocresía, la competencia, el cinismo, la burla, el ciberacoso, la ansiedad, el fraude, y muchísimos antivalores que perturban la salud mental de los usuarios.

Olvídate del iPhone, olvídate del Aifon, libérate del Mundo.

  
No es correcto ejercitar la tecnofilia, vista como la adicción al uso de las tecnologías, y tampoco es correcto ejercitar la tecnofobia, vista como el rechazo al uso de las tecnologías, nosotros simplemente te pedimos ejercitar el cristianismo, visto como el único camino saludable para encontrar la paz en la vida.

Usa la tecnología con fines educativos y pacifistas, por ejemplo, utiliza la computadora para escribir tu propia historia personal, sobre las terribles consecuencias que produjo la adicción tecnológica en tu vida, y si compartes esa historia en las redes sociales, entonces ayudarás a otros hermanos que pueden encontrar en tus palabras, una positiva esperanza para reformar sus vidas.

El reloj marca las cinco y treinta de la mañana, yo estoy despertándome con la promesa de trotar en el parque, y el cielo está tan oscuro y negruzco, que todos pensaríamos que son las doce de la medianoche, pero lo que realmente me está sorprendiendo, es escuchar el alegre trinar de los pajaritos a mi alrededor, que no paran de cantar en el naciente amanecer, que seduce a todos sus angelitos.

Nosotros los digitalizados Seres Humanos, recurrimos a la tecnología para puntualmente saber la hora de nuestra ciudad, pero los terapéuticos pajaritos nos demuestran la naturalidad, la inocencia y la sabiduría, que nosotros necesitamos recuperar en nuestras vidas, porque si seguimos dependiendo del teléfono inteligente, para conocer la hora y para reconocer el color del cielo, pues terminaremos siendo una robótica máquina, con soldaduras pero sin conciencia.



Si eres esclavo del capitalismo salvaje, si piensas que el precio de tu teléfono es el precio de tu vida, si codicias comprar o robar el nuevo equipo tecnológico, si piensas que la cosa material siempre vencerá a la cosa espiritual, pues hoy es un buen día para abrir los ojos, para ver el cielo azulado, y para vivir el amor.


carlosfermin123@hotmail.com