El precio de tu teléfono, es el precio de tu vida
Artículo escrito por Carlos Ruperto fermín
Ekologia.com.ve
Desde que los Seres Humanos plagaron
y dominaron al planeta Tierra, se produjo un fuerte proceso de egolatría en
todo el Universo, donde la cosa material venció a la cosa espiritual, donde el
poder adquisitivo venció al poder intelectual, y donde las riquezas económicas que
ostentaban los terrícolas, establecieron el control político, la supremacía
territorial, la jerarquización social, el patrimonio cultural, la regla moral,
el estatuto legal, y hasta el dogma que religiosamente alabaría el pueblo
esclavizado.
Estamos viviendo en pleno siglo XXI,
y bastaría con leer nuevamente el anterior párrafo de mi artículo, para
demostrar que la historia capitalista sigue siendo tan adictiva como
recrudecida, en un feroz planeta Tierra donde a todo se le pone un precio,
donde todos quieren conseguir el mejor precio, donde eres lo que tienes.
Dime cuánta riqueza hay en los
bolsillos de tu pantalón, dime cuánta riqueza hay adentro de tu billetera, dime
cuánta riqueza hay adentro de tu casa, dime cuánta riqueza hay adentro de tu
automóvil, dime cuánta riqueza tienes atesorada en el banco, dime cuánta
riqueza hay en la iglesia donde le rezas a Dios Dinero, dime cuánta miseria
espiritual hay adentro de tu cabeza, dime cuántas máscaras de carnavales hay
afuera de tu cabeza, dime cuándo te vas a suicidar.
En las últimas décadas del decadente
planeta Tierra, hemos visto que el proceso de industrialización global, ha
generado un masivo consumismo por parte de la sociedad moderna, y por ende, las
ínfulas de superioridad del Hombre que esclaviza a otros hombres y merece lo
mejor de la vida, ha hecho que el rostro de una envidiable mujer bonita, los
kilómetros cuadrados de una lujosa casa en la ciudad, las llaves de un rojizo
Ferrari con neumáticos de diamante, y la cantidad de tarjetas de créditos que
se tengan en el calzoncillo, pues son algunos de los atractivos recursos
materiales utilizados por el Hombre, para demostrarles a los demás terrícolas
del planeta Tierra, quién es el capitán del abusivo barco.
El Hombre necesitaba que sus
hambrientos esclavos, obedecieran sus mandatos en cualquier rinconcito del
orbe, donde los alambres de los cables telefónicos no llegaban a respetar la
voz de mando, por lo que inventó el teléfono celular para poder gritarles sin
cables a sus hambrientos esclavos, quienes desde los cuatro puntos cardinales
de la Tierra,
siempre recibían la llamada telefónica del rey de reyes, y siempre respondieron
a su llamado telefónico con el clásico: Sí Señor.
Sin embargo, hemos visto que los
teléfonos celulares desde finales del siglo XX, son mucho más que una útil
herramienta tecnológica para comunicarnos socialmente, ya que las agresivas
campañas publicitarias generadas por las empresas de telecomunicaciones, ayudaron
a masificar la venta de sus productos en los miles de centros comerciales,
donde hasta los usuarios y los clientes que realmente no necesitaban un
teléfono celular, pues terminaron comprando el aparato electrónico debido a la alta
popularidad, a la moda de lucirlo en las calles y en las selvas, y al prestigio
público que significaba poseer un móvil.
Chiquitos y grandes, monocromáticos y
cromáticos, ergonómicos y aplanados, negros, grises y blancos, con antena y sin
antena, dulces y salados, con reloj despertador o con cronómetro, tipo ladrillos
o tipo lascivos, con tapita o sin tapita, con línea o sin línea, con vibrador o
con víbora, con tetris o sin tetris.
La mundana invasión de los teléfonos
celulares, marcó un antes y un después en la historia tecnológica de la Humanidad, y nos
permitió saborear el veneno capitalista de las Nuevas Tecnologías de la Información y de la Comunicación.
Con el adiós al consumista siglo XX,
no hay duda que los teléfonos celulares se convirtieron en un objeto de culto
para la civilización del siglo XXI, que utiliza el teléfono celular como un gran
símbolo social para demostrar el egocéntrico poder económico del ciudadano, o
por el contrario, para demostrar la paupérrima pobreza del pobre ciudadano, por
lo que el astuto sistema capitalista que impera a escala mundial, eligió
segmentar los teléfonos celulares en equipos de gama baja, en equipos de gama
media, y en sofisticados equipos de gama alta.
Según las leyes del capitalismo
salvaje del siglo XXI, la gama de tu teléfono celular se empareja, con el poder
adquisitivo de tu clase social.
No es casualidad que nuestro artículo
de opinión lleva por título: “El precio de tu teléfono, es el precio de tu vida”,
porque si bien dicen que la vida no tiene precio, realmente sabemos que el
precio de tu teléfono celular, es el precio que tiene tu vida en el planeta
Tierra.
Aunque el factor gama del teléfono
celular, supuestamente se limita a evidenciar el mayor o menor potencial
tecnológico del equipo comprado, la verdad es que el factor gama que discrimina
el valor de cada teléfono, es una estrategia comercial de las transnacionales capitalistas,
para que el rico gaste su plata comprando el teléfono para ricos, para que el
pobre gaste la plata que no tiene en la vida, y compre el teléfono hecho a la
medida de los endeudados pobres.
Por la violenta presión social
ejercida por el entorno consumista donde vivimos, el rico necesitará comprar el
teléfono celular más costoso del mercado, para demostrar su dominio monetario
dentro de su ciudad, mientras que el pobre también sufrirá las consecuencias de
la presión social del entorno consumista donde vivimos, y se sentirá obligado a
comprar un equipo tecnológico que no necesita para vivir, que no necesita en su
trabajo, y que no acepta devoluciones.
Hay padres y madres que terminan presos
y presas en las cárceles hispanas, porque sus hijos y sus hijas deseaban los
teléfonos celulares como los mejores regalos de cumpleaños, pero como los
padres y las madres no tuvieron el suficiente dinero para comprarles los
teléfonos celulares, pues los adultos cedieron ante la presión social del
entorno, y robaron los teléfonos celulares.
Hay niños y adolescentes que terminan
presos en los reformatorios hispanos, porque ellos deseaban los teléfonos celulares
como los mejores regalos de cumpleaños, pero como sus padres y sus madres no
tuvieron el suficiente dinero para comprarles los teléfonos celulares, pues los
niños y adolescentes cedieron ante la presión social del entorno, y robaron los
teléfonos celulares.
Dentro del corazón del teléfono
celular se encuentra la vida del Ser Humano, y hemos permitido que dentro de la
memoria interna del teléfono, se encuentren nuestros propios recuerdos,
nuestros propios secretos y hasta nuestros propios pecados, porque si te roban
el teléfono y se llega a descubrir la fiesta llena de borracheras, la
pornografía, la pedofilia, el travestismo, el adulterio, la corrupción, y hasta
el racismo que se ocultaba dentro de la memoria interna de tu teléfono, pues
serás víctima de amenazas y de persuasivos chantajes, que te obligarán a pagar
altas cantidades de dinero para borrar los pecados de tu teléfono, o cometerás
suicidio para evitar el ultraje que destruirá tu imagen social.
Francamente, es imposible seguir
leyendo el artículo sin vomitar toda la basura capitalista, pero mientras
vomitamos todo el consumismo del siglo XXI, debemos saber que justo ahora, el
rico está comprando el envidiable y carísimo iPhone 50, y también debemos saber
que justo ahora, el pobre está comprando el chino y cochino Aifon 1.
Lo más triste, es que el hombre pobre
compró el Aifon 1, porque no tuvo plata para comprar el iPhone 50, pero si el
pobre hubiera tenido la plata que tuvo el hombre rico, pues seguro que también hubiera
comprado el gran iPhone 50, lo cual nos demuestra que el sistema capitalista
del Mundo, no solo corrompe la dignidad de los Seres Humanos, sino que también
destruye la capacidad de discernimiento de los consumistas terrícolas, quienes
terminan pensando que lo más caro es lo mejor, es lo que debemos anhelar tener,
es la norma de vida.
El rico compra el teléfono
inteligente, el pobre compra el teléfono celular, el buen cristiano sabe que la
adicción tecnológica genera egocentrismo, el buen cristiano sabe que el ego es
una virtud de Satanás, el buen cristiano no compra teléfono inteligente, no
compra teléfono celular, no compra tecnología, el buen cristiano escribe
artículos, para que la gente despierte de la pesadilla capitalista.
El rico usa el iPhone, para llamar a
los inversionistas extranjeros desde el hotel.
El pobre usa el Aifon, para llamar a
su mamá y pedirle perdón desde el hospital.
Usted no comprende nada de lo que
estoy diciendo. Piensas que soy un resentido social, un comunista, un
guerrillero, un chiflado. Pero tranquilo hermano, no me siento ofendido, y mi
corazón no te guarda rencor. Usted perdió la capacidad de discernimiento por
culpa del sistema capitalista del Mundo, y ahora lo único que puedes hacer, es
ambicionar comprar y adorar al iPhone 50.
Sinceramente, yo no ambiciono comprar
y adorar al iPhone 50.
Yo no soy del Mundo y no pertenezco
al Mundo. Yo soy un peregrino en tierra de pecadores, y también sé que las
cosas materiales, siempre te dejan espiritualmente vacío, por lo que es absurdo
y estúpido gastar plata en equipos tecnológicos, que con una simple pistola sin
balas te puedo robar, te puedo hurtar, y te puedo matar a sangre fría, porque
usted es tan idiota que es capaz de perder la sagrada vida, para evitar que te
despojen del teléfono celular, que idolatras más que a tu descontinuada vida.
Mi única ambición en la vida, es
poder reflejar el noble carácter de Nuestro Señor Jesucristo, y no caer preso
en la tentación del Diablo, que todos los días me manipula para caer en el
abismo del pecado, pero yo sé que si me mantengo orando y confiando ciegamente
en Jesús, algún día voy a entrar en la patria celestial de Jehová de los
Ejércitos, y estaré cara a cara con mi amado Jesús.
En Venezuela abundan los trágicos
casos de compatriotas, que por evitar el robo del iPhone y por evitar el robo
del Aifon, pues murieron desangrados en las calles venezolanas, a consecuencia
de atracos a mano armada y por resistencia al robo, lo cual demuestra la
incapacidad intelectual que generan los tentáculos del capitalismo salvaje,
porque aunque seguramente sudaste mucho y trabajaste mucho para comprar ese
equipo tecnológico, es mejor entregar lo que se tiene y mañana lo recuperamos,
antes que negarnos a dar lo que tenemos, y mañana lo enterramos en el
cementerio, en medio de lágrimas, rosas y teléfonos celulares.
Hoy en día, muchos sacerdotes
católicos insisten en practicar el llamado “ayuno tecnológico”, que significa
abstenernos de tanta tecnología y priorizar a Dios en nuestras vidas, pero
aunque dicen que las iglesias son templos de oración, pues siempre en las
iglesias cristianas sobreabundan los teléfonos inteligentes, porque los
feligreses quieren tomarle una foto a la sonrisa del pastor, quieren compartir
inmediatamente la sonrisa en Instagram, y quieren emitir en directo la
eucaristía por Youtube, para que los usuarios admiren la gran sonrisa del
pastor.
Recientemente, yo asistí a la misa
dominical en la Catedral
de Mérida en Venezuela, y después de recibir el cuerpo de Jesús en la hostia
consagrada, pues una señora se me acercó y me pidió que le tomara una
fotografía con la cámara de su teléfono inteligente, porque tanto la señora
como sus dos hijas eran turistas que paseaban por Mérida, y deseaban aprovechar
la belleza arquitectónica de la
Catedral, para presumir de una lujosa fotografía familiar.
Con mucha amabilidad en mi voz, yo le
dije a la señora las siguientes palabras: “Disculpe, pero a la iglesia se viene
a rezar, nosotros estamos comulgando, por favor, espere a que se termine la
misa, y con gusto yo le tomo la foto”.
Luego, yo regresé a mi escaño, me
arrodillé en el reclinatorio, y estuve en comunión con Dios.
Tras sentarme de nuevo en el asiento
del escaño, y mientras veía como mucha gente seguía recibiendo la hostia dada
por el sacerdote, pues también observé que la señora no siguió mi consejo, y
ella seguía buscando a un feligrés que le tomara la magnífica fotografía
familiar, a sabiendas que la misa no había concluido.
Finalmente, la insistente señora
encontró a un hermano dentro de la iglesia, que aceptó tomarle la fotografía
con la cámara del teléfono.
La verdad, yo no sé si fue mala
suerte, castigo divino o simple torpeza humana, pero cuando el hombre tocó el
ícono en la pantalla táctil del teléfono, para tomar la fotografía que tanto
deseaba la señora y sus hijas, pues justo en ese momento, al hombre se le cayó
el teléfono de sus manos, y el móvil quedó roto en el suelo.
Inmediatamente, la señora se puso
histérica y con mucha rabia gritó: “¡Animal, me jodiste el iPhone, maldita sea!”.
Luego, la endemoniada señora se
arrodilló para recoger el teléfono inteligente del suelo, y ella continuó
insultando al pobre hermano, que por falta de pericia, dejó caer el gran tesoro
material de la bravucona señora, quien por culpa de su gran egoísmo se quedó
llorando sin fotografía, sin iPhone y sin paz.
Todos los feligreses cristianos se
quedaron mirando con asombro, la caótica escena presentada dentro de la Catedral, ya que la
escandalosa señora seguía maldiciendo y gritando como una loca, porque su iPhone
había quedado inservible tras la fuerte caída, y aunque el apenado hermano le
pidió disculpas por su fatal equivocación, pues la señora y sus hijas no
respetaban la santidad de la misa en la Catedral, y exigían que se les diera el dinero
recolectado en la cesta de las limosnas, como una merecida compensación por el
daño que sufrió el teléfono, y para pagar una parte de la costosa reparación
del gran iPhone.
Tras finalizar la estrepitosa misa
dominical, nadie recordó las lecturas bíblicas, nadie recordó el salmo
responsorial, nadie recordó el sermoncito del Padre, nadie recordó a Jesús, y
todos recordaron los gritos de la enfurecida señora, que se atrevió a maldecir
dentro de la Catedral,
por amor a una cosa llamada iPhone.
Si la señora hubiera apagado
voluntariamente su teléfono, luego de entrar en el templo de oración cristiana,
si la señora hubiera seguido mi consejo, y hubiera esperado a que la misa
concluyera para tomar la fotografía, si la señora hubiera sido un poquito más
inteligente que su teléfono inteligente, y si la señora hubiera respetado a la
santa presencia de Jesús, pues la señora no hubiera llorado tantas lágrimas de
sangre, por adorar a la bestia del capitalismo salvaje.
El modo avión, el modo silencioso y
el modo vibración, son las mejores configuraciones predeterminadas que la
bestia del capitalismo tecnológico, nos ofrece para que nuestros teléfonos
inteligentes sigan discretamente encendidos, pero sin molestar a las nubes de
algodón, sin molestar a los olvidados libros de las bibliotecas, y siempre
molestando a la salud física del cuerpo humano, porque la gran vibración del
teléfono genera contaminación electromagnética.
Todos sabemos, que el sol no se puede
ocultar con un dedo, y aunque podemos usar la cámara del teléfono para tomar
una fotografía, y para demostrar que sí es posible tapar la luz del sol con un
simple dedo, pues también todos sabemos, que la adicción tecnológica sigue quemando
los ojos de nuestras fútiles vidas.
Querido hermano, usted es incapaz de
apagar voluntariamente su teléfono inteligente, y la única posibilidad de
apagarlo, no es por decisión del usuario, sino porque el teléfono inteligente
agotó su batería, y finalmente se apagó.
Pero después de recargar la batería
del teléfono inteligente, ¿Qué alimentos mundanos tragaremos tras prender
nuevamente el equipo tecnológico?
En el desayuno, tragaremos toda la
basura cibernética que jamás reciclamos, incluyendo la cotización de los dólares,
los reproches familiares y los reclamos laborales, las claves especiales para
realizar las transferencias bancarias, los interminables memes en las redes
sociales, y el pronóstico del clima en tiempo real.
En el almuerzo, tragaremos toda la
basura cibernética que jamás reciclamos, incluyendo el sistema de
posicionamiento global, el ardiente punto de acceso desesperado por conectarse
con el fuego del infierno, el aviso de cobranza por vomitar, y las
actualizaciones programadas para el gran día del juicio final.
En la cena, tragaremos toda la basura
cibernética que jamás reciclamos, incluyendo las aplicaciones que nunca duermen
por tanto insomnio virtual, el prostituido chiste sucio del día, la nueva
canción del reguetón, el contador de pasos y de calorías, los resultados de las
loterías, los mejores goles de la liga de campeones, los videos eróticos sin
censuras, y el exorcismo.
Me pregunto quién puede salir ileso
del brillante laberinto tecnológico, y me pregunto qué debe ocurrir en nuestras
vidas, para volver a ver la santa luz del Sol.
Vamos por la vida de mal en peor, y
ya crearon una nueva aplicación para nuestros teléfonos inteligentes, que
convierte lo peor en malo, pero la aplicación no es gratuita, así que deberá
pagar un puñado de dólares para que el cáncer, se transforme en un simple dolor
de cabeza, y si compra la versión Premium de la nueva aplicación para el
androide, te regalarán tres píldoras de acetaminofén.
La adicción a los teléfonos
inteligentes es imposible de combatir, pues anualmente son lanzados al mercado
internacional, y son vendidos millones de nuevos dispositivos tecnológicos en
nuestros países, y como siempre, el salvaje capitalismo obliga a cambiar lo
viejo por lo nuevo, sin importar que lo nuevo no me haga falta, y sin importar
que con lo viejo hago lo mismo que con lo nuevo, porque solo importa cumplir
con la máxima consumista de tirar, comprar, disfrutar, volver a tirar, volver a
comprar, volver a disfrutar, y volver a morir.
En el 2020, una simple galleta de
mora vale más que un teléfono BlackBerry Pearl 9100, pero hace diez años en el
planeta Tierra, el BlackBerry Pearl 9100 fue la jugosa fruta capitalista, que
todos codiciaban comprar, comer y defecar.
Y no debemos seguir culpando a la
obsolescencia programada, por el insaciable apetito consumista, pues casi
siempre, nuestro teléfono funciona perfectamente y no es necesario cambiarlo
por otro equipo, pero es por culpa de nuestro tremendo consumismo, que
decidimos reemplazar y comprar un nuevo teléfono inteligente, y estamos tan
enfermos mentalmente y tan contaminados espiritualmente, que somos capaces de
inventar fallas en el funcionamiento del teléfono, e incluso, somos capaces de
recurrir a la fuerza para estropear el cuerpo del dispositivo móvil, con el
objetivo de fabricar una excusa que justifique su injustificado reemplazo, y
para felizmente comprar el nuevo smartphone, que en menos de un año, también
será una perla de basura en la cochera.
Sí mi querido hermano, somos capaces
de inventar fallas en el funcionamiento del teléfono, y somos capaces de
aplicar la fuerza para estropear el dispositivo, para justificar su reemplazo,
y para comprar un nuevo teléfono.
El nuevo teléfono inteligente que
cautivará la atención del Mundo, lo veremos desfilando en las calles, en el
comercio electrónico de la
Internet, en las publicidades de la televisión, en la afortunada
mano del vecino, en las corruptas oficinas de los gobiernos, en las películas
del cine, en los periódicos, en la radio, y hasta en las iglesias cristianas
que auspiciarán al santificado teléfono.
¿Cómo no codiciar lo que todo el
Mundo codicia en la vida?
¿Cómo no desear poseer el mejor
teléfono inteligente del mercado?
¿Cómo resistir la tentación de
comprar o robar la nueva maravilla tecnológica?
Francamente, es imposible que un
cristiano resista la tentación del Mundo, porque el teléfono inteligente fue
fabricado para gente inteligente como usted, pero siempre es posible para un
buen cristiano como yo, resistir el inteligente ataque fabricado por la gran tentación
de Satán.
¿Usted es cristiano o es buen
cristiano?
¿Eres de Dios o eres del Mundo?
El vil Mundo nos invita a leer las
páginas de la Biblia,
desde la sagrada pantalla del teléfono inteligente, pero es imposible entrar en
santa comunión con Dios, mientras leemos un versículo bíblico con el ojo
derecho del espíritu cristiano, pero al mismo tiempo, usamos el ojo izquierdo
del espíritu satánico para chismear por WhatsApp, sin saber que estamos
viviendo ciegos y prisioneros, en una gran calle ciega llamada tecnofilia.
Es importante saber, que la
tecnofilia es la adicción al uso de las tecnologías, y el tecnófilo es la
persona adicta al uso de las tecnologías.
Me pregunto cuánto vale tu teléfono
inteligente, y también me pregunto cuánto vales en la vida.
¿Tienes el iPhone de Estados Unidos?
No vales nada en la vida, no tienes
nada en la vida.
¿Tienes el Galaxy de Japón?
No vales nada en la vida, no tienes
nada en la vida.
¿Tienes el Aifon de China?
No vales nada en la vida, no tienes
nada en la vida.
¿Tienes el N-Gage de Finlandia?
No vales nada en la vida, no tienes
nada en la vida.
¿Tienes el Victoria de Venezuela?
No vales nada en la vida, no tienes
nada en la vida.
¿Tienes a Jesús de Nazaret?
Tienes todo en la vida, por la preciosa
sangre que derramó Cristo en la cruz.
Usted querido amigo, es libre de
elegir el camino que quiere caminar en su vida, porque nosotros no obligamos a nadie
a abrir los ojos, y es usted, quien debe preguntarse cuánto tiempo pasa en insana
comunión con su teléfono inteligente, y cuánto tiempo pasa en santa comunión
con Nuestro Señor Jesucristo.
Tal vez eres ateo, tal vez eres fariseo,
tal vez eres ángel caído.
Si te sientes usado por el Mundo, tal
vez hoy puedas recapacitar sobre tu bochornosa actitud consumista, y bastaría
con quebrar las rodillas en tierra y exclamar un sincero arrepentimiento, para
volver a ver la santa luz del sol.
Piensa en qué sentirías si te roban
tu teléfono inteligente, y piensa en qué sentirías si te roban la Biblia de tu casa.
Disculpa el abuso de confianza, pero
voy a pensar y voy a sentir por ti.
Si te roban el teléfono inteligente,
pues tú, estarías totalmente encolerizado, llamarías a la policía, maldecirías
la vida del delincuente, tendrías ganas de venganza, descargarías tu rabia en
contra de tus seres queridos, matarías.
Si te roban la Biblia, pues tú, dormirías
en santa paz con tu teléfono inteligente.
Y voy a perforar las neuronas de tu
cerebro, para que aprendas a ver la realidad.
Si el ladrón te exige que le
entregues la Biblia
de tu casa, como trueque para que recuperes tu teléfono inteligente, pues tú, vas
a entregarle al ladrón la
Biblia de tu casa, para recuperar rápidamente a tu idolatrado
teléfono inteligente.
Me molestó tanto escribir el anterior
párrafo, que lo voy a reescribir para usted.
Si el ladrón te exige que le
entregues la Biblia
de tu casa, como trueque para que recuperes tu teléfono inteligente, pues tú,
vas a entregarle al ladrón la
Biblia de tu casa, para recuperar rápidamente a tu idolatrado
teléfono inteligente.
Ojalá que por tu perversión, te
quedes llorando sin teléfono y sin Biblia, porque a veces es necesario que nos
roben y que nos engañen, para ver la realidad que no queremos mirar, y para ver
nuestra miseria espiritual que jamás reconocemos.
Te dolió el robo del teléfono, porque
gastaste muchísimo dinero para comprarlo.
No te dolió el robo de la Biblia, porque es una cosa
vieja que nadie lee en tu casa.
Pero aunque no lo creas querido
hermano, nada tiene más valor en la vida que la Santa Biblia, y espero que no
termines reconociendo el valor de mis palabras, cuando ya sea demasiado tarde
para arrepentirte de todos tus pecados.
En el pasado, yo fui igual que tú. Sí
mi querido hermano, aunque no lo creas, en el pasado yo fui exactamente igual
que tú. Por eso yo escribo con propiedad.
Durante mi primer año en la
universidad, me robaron el famoso teléfono celular Nokia, en tiempos cuando la
empresa finlandesa Nokia, muy probablemente era la mejor marca del mercado, y
por eso todos deseaban tener un teléfono original Nokia, porque eran equipos
muy innovadores, muy duraderos y muy elegantes.
Yo corrí como nunca había corrido en
mi vida, para atrapar al muchacho que me robó el teléfono Nokia. Cuando el
delincuente vio que yo lo perseguía y estaba aproximándome, pues sacó una
pistola y me disparó a quemarropa, pero gracias a Dios, el malandrín tuvo mala
puntería y la bala no perforó mi cuerpo, aunque el hecho delictivo me dejó
secuelas psicológicas, a lo largo y ancho de mi vida.
Casi me matan por defender la vida de
mi teléfono Nokia, y si el delincuente hubiera tenido mejor puntería cuando me
disparó con su pistola, pues Carlos Ruperto llevaría 20 años muerto y sepultado
en un abandonado cementerio venezolano, por haber defendido la vida de su
teléfono original Nokia.
¿Somos ciudadanos sensatos o somos consumidores
insensatos?
¿Acaso somos capaces de correr como
nunca hemos corrido en nuestras vidas, para rescatar a una cosa material que no
deseamos perder en la vida?
¿Realmente conocemos las diferencias que
existen entre la vida y la muerte?
Hoy en día, nadie arriesgaría su vida
por un viejito y devaluado teléfono Nokia, porque ese celular no tiene pantalla
táctil, no tiene resolución en alta definición, no tiene procesador de mil
núcleos, no tiene sistema operativo androide, no tiene un Terabyte de memoria
RAM, no tiene WhatsApp, no tiene nada de nada.
Pero me pregunto cuántos hermanos
latinoamericanos, hoy están arriesgando sus vidas para defender el alma de sus
nuevos teléfonos inteligentes, que tienen pantalla táctil, que tienen
resolución en alta definición, que tienen procesadores de mil núcleos, que
tienen sistemas operativos androides, que tienen un Terabyte de memoria RAM,
que tienen WhatsApp, y que tienen todo de todo.
El inteligente delincuente quiere
robarte el teléfono inteligente, que tiene toda la tecnología que se necesita
para gozar de la vida, por lo que estamos seguros que el asesino, hoy no se
pondrá nervioso, hoy no le temblará el pulso, y hoy no dudará en disparar todas
las balas de su inteligente revólver, para robarte el alma de un teléfono que
huele a sangre, que huele a féretro, que huele a impunidad.
Lo más preocupante, es que los
jóvenes se dejan deslumbrar y se dejan sorprender, por la tecnología de consumo
masivo que impera en pleno siglo XXI, y si sus padres siguen adorando a la vandálica
potestad de Dios Dinero, para comprar, disfrutar, y botar a la basura el
teléfono que perdió el don de hacer milagros, pues los jóvenes hispanos
crecerán con la compulsiva mente capitalista y con la maníaca mente consumista,
que perjudicará la espiritualidad de niños y adolescentes comprados y vendidos
como mercancías.
El teléfono inteligente es una
poderosa droga del siglo XXI, que poco a poco va consumiendo la vida del
drogadicto, y tal vez todos somos narcotraficantes, cuando traficamos nuestra
privacidad en las redes sociales, que aunque aparentan enredarnos solo en la
telaraña virtual de nuestros teléfonos, no hay que olvidar que las arañas,
también nos enredan en la realidad social del Mundo.
En el año 2018, un joven de 22 años
quien vivía en el estado Zulia de Venezuela, eligió lanzarse de una camioneta
en marcha, para evitar que los delincuentes le robaran su teléfono celular.
El muchacho decidió arrojarse del
camión, usado como vehículo de transporte público, pero el golpe en la cabeza
tras caer en el pavimento, fue una herida mortal debido a que el camión estaba
en movimiento, y el joven perdió la vida porque no quiso perder su preciado
teléfono.
Aunque si el joven no se hubiera
lanzado del vehículo, y si les hubiera entregado su teléfono a los bandidos,
pues el muchacho hoy estuviera vivo, sonriendo con el bendito sol de la
juventud, lleno de vida y leyendo todas mis palabras, pero a veces la vida no
te regala una segunda oportunidad para vivirla, por lo que no debemos jugar con
el destino para proteger un equipo tecnológico.
También en el estado venezolano llamado
Zulia, un joven de 18 años fue interceptado por una motocicleta, y el muchacho
presintió que unos delincuentes lo iban a robar, por lo que rápidamente, el
joven lanzó su teléfono celular al porche de su residencia, pensando que con el
objeto de valor fuera del alcance de los ladrones, pues su vida ya no correría
peligro de muerte.
Pero los delincuentes se
enfurecieron, cuando vieron que el joven decidió proteger su teléfono para
evitar el robo, por lo que decidieron balear y asesinar al tecnófilo muchacho,
en frente del mismo pórtico de su residencia, donde su teléfono celular fue la
única víctima, que logró escapar sana y salva del crimen.
El joven zuliano podía haber tirado
el teléfono en la carretera, y después huir rápidamente de la escena criminal,
para que los delincuentes recogieran el teléfono inteligente, y luego escaparan
en la motocicleta sin asesinar a nadie.
Pero la adicción a la tecnología,
puede cambiar hasta el instinto de supervivencia en los Seres Humanos.
Debido a la trágica mente capitalista
que gobierna en el Mundo, vimos que el joven venezolano se equivocó con su
letal reacción, porque valoró más la vida de su teléfono inteligente, y valoró
menos su propia vida en la
Tierra, lo cual nos demuestra como el bombardeo tecnológico
realmente destruye la sindéresis humana, y aunque el joven pensó ser muy
inteligente y muy valiente, cuando no dudó en lanzar su teléfono en el
resguardado porche de su vivienda, pues ahora el joven es la borrosa foto del
obituario de su teléfono inteligente.
Dos jóvenes venezolanos fueron los
mejores guardaespaldas de sus teléfonos inteligentes, y dos jóvenes venezolanos
terminaron desangrados y muertos en las calles venezolanas, por defender a las
santísimas vidas de sus dos teléfonos.
La gran tecnofilia de Dios Dinero,
también viene destruyendo al cristianismo latinoamericano, y en el año 2016 fue
una noticia a nivel mundial, el multimillonario contrabando cometido por altos
dirigentes de la Iglesia Adventista
del Séptimo Día en Argentina, que intentaron ocultar el contrabando de
artículos electrónicos de gama alta, como parte de una “donación” hospitalaria
para la Universidad
Adventista del Plata, aunque la gran mercancía tecnológica
que llegó hasta la aduana argentina procedente del territorio estadounidense,
demostró que la adicción a la plata es la génesis de Dios Dinero, quien
corrompe a la iglesia y aplaude a la corrupción.
Aunque los adventistas siempre han
sido tildados como legalistas, por exigir el fiel cumplimiento de los diez
mandamientos, pues vemos que hasta los pastores que deben ayudar a las ovejas
del pueblo cristiano, pueden terminar siendo ladrones bien vestidos con
corbatas sabáticas, que se valen de la Santa Biblia para transformar las supuestas
ayudas humanitarias, en millonarias estafas capitalistas que el fuego
tecnológico de Dios Dinero aviva en la mente humana, para evitar pagar
impuestos fiscales, para robar al prójimo, y para perder la fe.
Yo sé que todos deseamos quemar los sucios rostros de los pastores y de los rectores, que utilizan el falso altruismo cristiano para esconder el gran egoísmo financiero. Es miseria espiritual en su máxima expresión, porque el suministro médico que se utilizó como cortina de humo para ocultar el contrabando de todos los dispositivos electrónicos, fue declarado material médico insalubre, caducado, y altamente tóxico para el cuerpo humano, a pesar de que la Iglesia Adventista del Séptimo Día, siempre defiende los beneficios de su Reforma Pro Salud, y siempre defiende los billetes de su Obra Médica Misionera.
Pero lo más triste, es que todos los millonarios equipos tecnológicos contrabandeados en el año 2016, ahora se convirtieron en devaluada basura tecnológica del año 2020, porque hoy podemos comprar mejores dispositivos electrónicos en el mercado, y la brecha consumista nos asegura que las maravillas tecnológicas del 2020, también serán basura tecnológica en el año 2025, porque los cuentos chinos nunca pasarán de moda, y porque la tecnofilia siempre se repetirá de generación en generación.
Yo sé que todos deseamos quemar los sucios rostros de los pastores y de los rectores, que utilizan el falso altruismo cristiano para esconder el gran egoísmo financiero. Es miseria espiritual en su máxima expresión, porque el suministro médico que se utilizó como cortina de humo para ocultar el contrabando de todos los dispositivos electrónicos, fue declarado material médico insalubre, caducado, y altamente tóxico para el cuerpo humano, a pesar de que la Iglesia Adventista del Séptimo Día, siempre defiende los beneficios de su Reforma Pro Salud, y siempre defiende los billetes de su Obra Médica Misionera.
Pero lo más triste, es que todos los millonarios equipos tecnológicos contrabandeados en el año 2016, ahora se convirtieron en devaluada basura tecnológica del año 2020, porque hoy podemos comprar mejores dispositivos electrónicos en el mercado, y la brecha consumista nos asegura que las maravillas tecnológicas del 2020, también serán basura tecnológica en el año 2025, porque los cuentos chinos nunca pasarán de moda, y porque la tecnofilia siempre se repetirá de generación en generación.
No hay duda que Dios Dinero es una poderosa bestia en la Tierra, que anda como un poderoso león rugiente, buscando a quien cazar, devorar y quemar.
Pero recuerda que Dios solo hay uno,
se llama Jehová, y aunque se agote la batería de tu teléfono y no puedas
comunicarte con nadie, pues con Dios puedes comunicarte durante las 24 horas
del día, en todo lugar y en todo momento.
Dios solo te pide sincero arrepentimiento,
rodillas en tierra, perdón de corazón.
No olvides que la adicción
tecnológica nos aleja de nuestros seres queridos, y genera rupturas afectivas
en la familia, porque escribir un fuerte abrazo con el teclado del teléfono
inteligente, no es lo mismo, que sentir un fuerte abrazo fraternal con los
brazos abiertos.
No olvides que la adicción
tecnológica nos aleja de la misericordia, porque mientras el semáforo estaba en
rojo, otra vez usamos Facebook para compartir la famosa sonrisa del pastor, y para
no ver al vagabundo que divagaba en la calle, y que pudimos haber ayudado mientras
el semáforo estaba en rojo.
No olvides que la adicción
tecnológica nos aleja de la tranquilidad, porque en las redes sociales abunda
la violencia verbal, las noticias tergiversadas, la hipocresía, la competencia,
el cinismo, la burla, el ciberacoso, la ansiedad, el fraude, y muchísimos
antivalores que perturban la salud mental de los usuarios.
No es correcto ejercitar la
tecnofilia, vista como la adicción al uso de las tecnologías, y tampoco es
correcto ejercitar la tecnofobia, vista como el rechazo al uso de las
tecnologías, nosotros simplemente te pedimos ejercitar el cristianismo, visto
como el único camino saludable para encontrar la paz en la vida.
Usa la tecnología con fines
educativos y pacifistas, por ejemplo, utiliza la computadora para escribir tu
propia historia personal, sobre las terribles consecuencias que produjo la
adicción tecnológica en tu vida, y si compartes esa historia en las redes sociales,
entonces ayudarás a otros hermanos que pueden encontrar en tus palabras, una
positiva esperanza para reformar sus vidas.
El reloj marca las cinco y treinta de
la mañana, yo estoy despertándome con la promesa de trotar en el parque, y el
cielo está tan oscuro y negruzco, que todos pensaríamos que son las doce de la
medianoche, pero lo que realmente me está sorprendiendo, es escuchar el alegre
trinar de los pajaritos a mi alrededor, que no paran de cantar en el naciente
amanecer, que seduce a todos sus angelitos.
Nosotros los digitalizados Seres
Humanos, recurrimos a la tecnología para puntualmente saber la hora de nuestra
ciudad, pero los terapéuticos pajaritos nos demuestran la naturalidad, la
inocencia y la sabiduría, que nosotros necesitamos recuperar en nuestras vidas,
porque si seguimos dependiendo del teléfono inteligente, para conocer la hora y
para reconocer el color del cielo, pues terminaremos siendo una robótica
máquina, con soldaduras pero sin conciencia.
Si eres esclavo del capitalismo
salvaje, si piensas que el precio de tu teléfono es el precio de tu vida, si
codicias comprar o robar el nuevo equipo tecnológico, si piensas que la cosa
material siempre vencerá a la cosa espiritual, pues hoy es un buen día para
abrir los ojos, para ver el cielo azulado, y para vivir el amor.
carlosfermin123@hotmail.com